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La Iglesia considera que la administración de la justicia perdió credibilidad por la corrupción.

Monseñor Gualberti indicó que practicar la justicia y acordarnos de los caminos del Señor es una tarea de todos y cada uno de nosotros.

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En este primer domingo de Adviento, el Arzobispo de Santa Cruz, Monseñor Sergio Gualberti, durante su homilía hizo notar que practicar la justicia, se ha vuelto un clamor en nuestro país, donde la administración de la justicia ha perdido credibilidad por la corrupción, el manoseo y sumisión a intereses económicos y políticos, por lo que consideró que es urgente contar con un sistema judiciario confiable.

Gualberti recordó que practicar la justicia y acordarnos de los caminos del Señor, es una tarea de todos y cada uno de nosotros y que la actual situación de crisis nos desafía a soñar juntos un futuro liberador, recorriendo los caminos del diálogo y la reconciliación.

“Adviento es una oportunidad privilegiada para prepararnos a la celebración del misterio de la encarnación del Hijo de Dios, de su venida en el mundo hace más de dos mil años, pero también para prepararnos a la venida del Señor al final de la historia de cada uno de nosotros y de la humanidad”, dijo Gualberti.

El religioso remarcó que las lecturas de la misa de hoy nos introducen en el espíritu de espera del Salvador, no una espera pasiva, sino cargada de vitalidad para el bien de cada uno y de los demás.

Esta exhortación a la esperanza, propia de este tiempo que nos prepara a la Navidad, es tanto más actual cuanto más el horizonte es teñido de incertidumbre y dolor por la crisis sanitaria, económica y social desatada por la pandemia en el mundo entero.

“Ante tanto sufrimiento, muerte y desconcierto puede vacilar nuestra fe y podemos caer en la tentación de desanimarnos, de encerrarnos en nuestro pequeño mundo y de pensar solo en nuestra propia seguridad, olvidándonos que hay hermanos que esperan nuestra mano solidaria y que el Señor está en medio de nosotros siempre dispuesto a ayudarnos”, alertó Monseñor.

El Azobispo recordó que como cristianos, debemos ser irreprochables ante Dios y eso implica, entre otras cosas, no caer en las tentaciones de adorar a los ídolos del dinero y del poder, de oprimir a los demás denigrando la dignidad humana, de recurrir a la lógica del más fuerte y al uso de la violencia, de servirse de la justicia para perseguir a los opositores y de tener una conducta sin referencia a principios éticos y morales.

Practicar la justicia y acordarnos de los caminos del Señor, es una tarea de todos y cada uno de nosotros, el medio que nos lleva a encontrarnos con él y con los demás hermanos. Transparente, ecuánime, libre de presiones y al servicio de la verdad, para favorecer un clima de serenidad y paz entre todos, precisó Gualberti.

“La actual situación de crisis nos desafía a soñar juntos un futuro liberador, recorriendo los caminos del diálogo y la reconciliación. Para la solución pacífica de las divergencias y conflictos, de la vivencia de los valores humanos y cristianos: la dignidad y los derechos de las personas, la libertad, la verdad y la justicia”, hizo notar el Monseñor.